“periodistas”, ¿con qué se comen?
La prensa en Yucatán, como en casi todas partes de este país está vendida.
A menudo me decía Ramón Beteta, quien había sido secretario de hacienda, que “muy bien” yo escribía comentarios sobre asuntos internacionales pero que había cometido el error de ejercer el periodismo en México. Para ser periodista no se requieren títulos y maestrías en Journalism. Les basta tener una credencial del periódico para ganarse la vida recibiendo embutes. Así es que me puso a hacer comentarios sobre lo que pasaba en el extranjero y se oponía a que hiciera reportajes de lo que acontecía en México.
A mí que soy egresado de la primera escuela de periodismo que hubo en el mundo, en Carleton University, discípulo del inolvidable gigante fundador, Wilfrid Eggleston, que no osen llamarme ^”periodista”, pues decía Churchill que su definición era la de “PERRO GUARDIÀN DE LA SOCIEDAD”, y por aquí si ladran, rápido les dan prebendas o “embutes”. Y añadiré que lo que este país necesita es más periodistas desempleados.
Pues así las cosas cómo denunciar a los dizque servidores públicos relacionados con la seguridad, la justicia y todas esas palabrerías y artículos de tantas leyes sobre equidad, dar a cada quien lo suyo y poner al delincuente tras las rejas. Ni sirven para nada los de la Fiscalía yucateca, ni los MPs, ni la policía ministerial, ni la de la la secretaria de seguridad funcionan correctamente para para impedir que el ladrón, el defraudador, el delincuente, el invasor reciba su castigo.
Estudié Derecho en la UNAM, Y CUANDO VI. HACE MEDIO SIGLO,
CÓMO SE LAS GASTAN renuncié de plano a poner un despacho. Si es cierto que nunca he perdido un pleito, que he puesto a dos agentes del ministerio público (uno en Xochimiclo, y otro en Tlalpan) en la cárcel y han recibido sentencias de que jamás podrán tener un empleo público, y ganado a bufetes de abogangsters lo mismo en tres casos de divorcios como en asuntos relacionados con Condusef, Profeco y demás, ha sido por necesidad porque me causa repugnancia su cinismo, su inmoralidad y su falta de humanismo.
Aquí en Mérida he sido testigo de la forma en que se conducen los politicastros, los gobernantes indignos de su responsabilidad, los supuestos “servidores públicos” que debieran llamarse “verdugos del pueblo” , desde la perspectiva del conductor de programas de radio, televisión y del columnista. Y eso, estoy cierto, en que no sólo no ha cambiado sino que ha empeorado.
Diré que si recibí un dizque homenaje en la Biblioteca Yucatanense el autor del texto en que se publicitaron las razones de las sinrazones de que ahora esté en un Cuaderno 23 de la Hemeroteca Virtual no se sabe, los eruditos congregados en el salón lo ignoraron (excepto por una media docena de periodista que me dijeron que escogieron esa carrera estimulados por mi trabajo de 1972 a 1976, porque se limitó Faulio a que su vocera, mi querida hijita Helena leyera en media hora parte de mi curricula y se enteraran de todos mis estudios, títulos, reconocimientos y demás en México y en el extranjero, pero nada se dijo de cómo se suspendieron abruptamente mis programas, colaboraciones y actuación pública en una cadena radiofónica, tres periódico. una revista, cuando un piquete de soldados me sacó A MEDIA NOCHE, a bayoneta calada de mi casa en la Morelos. me puso en la frontera con Campeche y el jefe de ese pelotón de fusilamiento me gritó ” SI DA UN PASO ATRÁS HACIA YUCATÁN DESE POR MUERTO”.
Sí regresé y bastante pronto, pero fue para sacar de la oficina del nuevo gobernador, Luna Kan, a su “ejecutiva”. quien fuera mi secretaria, Myrna, y entonces trabajaba en Palacio para ese mentecato. La llevé a lo alto de la pirámide de UXMAL, le hice el amor salvajemente, como castigo por su deslealtad, y nos fuimos a mi hotel, cercano a Champotón que, por cierto, era de mi tío Carlos Sansores Pérez quien fue tan bueno conmigo como el inolvidable Rafael Rodríguez Barrera.
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