lunes, 8 de octubre de 2018

Conny y Lixa

Buscaba afanosamente la manera de deshacerme de Conny.
Llevaba una maleta con toda su ropa y pensaba dejarla en casa de su mejor amiga en una casa en que me había contado que vivía su mejor amiga.

Había pasado poco más de un año con nosotros y se había hecho amiga inseparable de mi hija.
Pero, terminó la amistad cuando la llevó a casa de un amigo y le dijeron que se iban a casar.
Lixa le gritó al novio que eso era imposible porque ella era la amante de su padre.
El iracundo novio, que había bebido demasiado, abofeteó a Conny y Lixa salió disparada a la casa dejando a los novios en medio de una lucha.
Recibí esa noche un llamado de Conny,  quien llorando y muy sobresaltada me dijo,  que ya no volvería a pisar mi casa, que tenía una hija cabroncísima y que nada quería saber ya de nosotros.

De veras, no volvió, tampoco la busque´ y todo lo que me confesó Lixa sobre las salidas que había tenido con aquella me convencieron que, en efecto, no debería jamás volver porque estaba echando a perder a mi chiquita.
Así es que andaba buscando quién querría ayudarme a llevar las tareas hogareñas.
Recordé que en una ocasión un hombre dedicado a vender antigüedades me había regalado una cronología de la Biblia que creía que era la más exacta calendarización de los libros que componía el código bíblico.
Y coincidía en que era el padre de la mejor amiga de Conny, así que maleta en mano salí en búsqueda de su casa.

Recordaba aquel día en que la conocí y la manera sui generis en que comenzó nuestra amistad- Extraño modo de comenzar un tórrido romance.
Vivió en mi casa desde el día en que tiró las llaves de la casa donde mi compadre el sacerdote José María mantenía a unos quince muchachos que recogió de la calle. Conny le ayudaba desde que amanecía. Luego se iba a acostar en su litera. Chema  se iba gateando hasta su lecho y comenzaba una sesión lasciva e insaciable.

Esto me lo contó luego Conny. Y esa tarde había llevado a mi hija a confesarse a la iglesia en lo alto de una pirámide,  que era la parroquia principal  del pueblo morelense donde mi amigo era el único sacerdote.
--- Si yo puedo gobernar a todos estos endiablados muchachos, seguro que puedo ayudarte con el par de hijos que tienes. Llévame a tu casa y empiezo a trabajar contigo hoy mismo.
--- No puedo. Soy amigo del Padre y no lo puedo traicionar.
--- Pues, entonces, me largo,
Me tiró un manojo de llaves.
--- Estoy harta. Me voy a casa mis padres. Viven a la vuelta!
Y salió caminando muy rápido y sin mirar atrás...
--- Espera, le grité.
Sí te necesito y ya veré cómo le explico a Chema todo esto.

Nos fuimos a un restaurante de Chiconcuac. Nos contamos nuestras historias.
Mientras traían la orden, me cogió de la mano y me dijo que enfrente había un hotel y que le gustaría que hiciéramos el amor.
--No puedo. He perdido mi masculinidad. Me ha hecho mucho daño la fuga de mi mujer...
--- Vamos, ya verás como te ayudo a recuperarla.

Y así fue. Regresamos a buscar a mi hija. El Padre estaba en misa. Lixa estaba muy agitada y se notaba que había sido muy dolorosa su confesión.  Le presenté a Conny y la consoló cariñosamente. Esa noche fue la primera vez que entró a nuestro hogar.
 

 
 

 


Al día siguiente y casi todos los días mi compadre me hablaba por teléfono para que le devolviera a su ayudante. Ponía a algunos chicos a que me dijeran cuánto la necesitaban. Luego, finalmente, comprendió que ella era quien ya no quería saber del asilo y me advirtió Chema que me iba a arrepentir de tenerla al lado de mis hijos.


 

1 comentario:

  1. Todos los personajes de esta historia son ficticios y si hay una semejanza con personas reales es mera casualidad.

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