viernes, 30 de noviembre de 2018

El secuestro del ser querido

Hoy anduve la vieja calle  hasta el mercado. La ente de Mérida me empujaba, me golpeaba con sus bultos  bazos  la repelente gordura de sus deformes cuerpos. Venía de una tlapalería donde el dueño, un gordote alto   repugnante  chel, no quiso recibir mi dinero que porque no tenía cambio  quería que o saliera a busca quien me cambiara el billete.
--- De veras  que usted es un mentecato. Si quiere vender sala a buscar cambio  no tiene vergüenza al pretender que el viejo cliente salga mientras usted aquí está de huevón, de gritón  y de mandón. Váyase al diablo. No le compro nada.
Salí, pregunté a un poli donde estaba otra ferretería  y  me dijo que cerca del mercado….Y allá me fui.
No más miré el parquecito  me acordé de ti. Allí te  me perdí y tú  para mí...pa` ti fue un calvario. Llegaste a una patrulla,   pediste ayuda porque me habían secuestrado.  y te llevaron en un recorrido  por todo el centro de la ciudad.

Jamás pensé que estarías en esa bizarra aventura. Tan mal pensado que soy supuse que pensaste que a me había adelantado  que tú también tomarías un autobús para la pate Norte de Mérida.
 Y  al llegar a Las Américas,  no verte en casa, pensé que no tardarías en llegar.
Grande fue mi sorpresa cuando me contaste angustiada todo lo que hiciste para buscarme por cielo, mar y tierra emeritense...
En verdad pensé que me querías con todo tu corazón!
O di porqué emprendiste esa búsqueda!!


No hay comentarios:

Publicar un comentario